
El Open de Australia es el último ejemplo de esa revolución de los pequeños que parece haberse puesto en marcha en muchas de las citas deportivas más importantes de los últimos tiempos. Chung Hyeon, el surcoreano de 21 años con gafas de casi 20 dioptrías que eliminó a Zverev y a Djokovic, o la increíble actuación de las selecciones de Gales e Islandia en la última Eurocopa de fútbol, son algunos de esos casos de triunfos “contra todo pronóstico”. Aunque probablemente la mejor historia reciente en la categoría “David contra Goliat” sea la del milagro del Leicester City proclamándose campeón de la todopoderosa Premier League.