Actualizado: 03/11/2017
En padelgood disfrutamos intensamente con todo lo relacionado con el pádel, en esta ocasión nuestra amiga y periodista preferida Cris Garcia nos sorprende con una entrada previa a su próxima Crónica PPTBilbao, un precioso relato inmerso en el amor por el padel, por la tierra, por esos sítios que nos han visto crecer y disfrutar del deporte, ademas de hacer justas y merecidas alabanzas a la familia Julio Alegría. Cada lector extrapolará sin duda este bonito sentimiento de Cris a su propia localidad, a esa “Casilla” particular en la que tanto hemos disfrutado. Felicidades Cris y por extensión a la familia Julio Alegria que tanto admiramos!!
Y QUE CUMPLAS MUCHOS MÁS
…y que cumplas mucho más. Con ese deseo se cerraba este pasado domingo la decimoséptima edición de los Internacionales de Euskadi- Copa Julio Alegría en Bilbao. Un torneo que lleva mostrando a los bilbaínos, y a todos los que se acercan hasta el viejo Pabellón Municipal de La Casilla, el mejor reparto de jugadores y jugadoras de pádel de los últimos tiempos.
Con su bigote y sobre todo con un ánimo inquebrantable, Julio ( Julito, Julius) Alegría sigue empeñado en seguir haciendo del torneo que lleva su nombre una tradición cuando se acerca el otoño. Especialmente en los últimos años la disputa de esta prueba en Bilbao ha supuesto más de algún quebradero de cabeza para la familia Alegría, pero pueden descansar tranquilos porque en esta edición ya finalizada, se han superado las expectativas que venían mermadas por la difícil situación económica que atraviesa el país.
Siguen aun recientes en La Casilla los sonidos de esta edición de la Copa Julio Alegría. Ese grito de rabia cuando se logra un punto definitivo; ese grito de rabia cuando parece fallarse lo más sencillo. Cuando una pasea por La Casilla aun trata de revivir aquellos sonidos de fricción de la goma de las playeras con el parquet, de la bocina anunciando un tiempo muerto, y de más de 5000 almas viviendo una emoción al unísono. La Casilla, es de manera especial, un lugar de culto para los que amamos el deporte en Bilbao. Allí realice mi primera entrevista en un partido entre el Bilbao Basket y el Juventut. Ni corta ni perezosa y con la osadía de quien vive amparada por la inquietud, me senté en el banquillo local. El partido estaba a punto de comenzar y pude sacar algunas palabras al hasta entonces alma mater del Bilbao Basket, Txus Vidorreta y al lesionado Martin Rancik. Es por eso que La Casilla es un lugar que siempre recuerdo con cariño y que guarda ese embrujo de tardes y noches mágicas.
Cris en plena acción en La Casilla con el Bilbao basket
Cierto es, que si pensamos en Bilbao; una ciudad modernizada, una villa industrial que se ha hecho un lifting a base de explotar el sector servicios, encontraríamos otros escenarios más llamativos para albergar una prueba del circuito profesional. Sólo imaginarme la pista dentro de una de esas grandes y diáfanas salas del Museo Guggenheim se me pone una mueca traviesa. Y hablo de un escenario de tal calibre, porque la prueba predecesora a la Copa Julio Alegría , sin duda, ha sido las más laureada por su espectacularidad. Hablamos del Ágora, de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Como si del interior de una enorme ballena se tratara, el Ágora ha engullido no solo a jugadores/as si no a un elevadísimo número de aficionados que no dudó en llenar el recinto.
Volviendo al Norte, a nuestro Bilbao, y a nuestra coqueta Casilla, la empresa estaba complicada este año y ya habíamos oído a Julio Alegría gruñir por el escaso público que estaba acudiendo a la cita en los últimos períodos, alejados de bonanza económica. Cabe recordar que hace años esta prueba era absolutamente gratis para el público y que lleva ni más ni menos que 17 celebrándose, y además contando tanto con competición masculina como con femenina. Todo resulta familiar en los Internacionales de Euskadi, partiendo de que es una propia familia la que se parte el pecho para que Bilbao figure como parada obligada de los maestros y dominadoras de la pala. El público, desde los niños que hay que hacer callar entre punto y punto hasta los más veteranos jugadores, estos días ha podido disfrutar de un fin de semana distinto en lo deportivo en la ciudad.
Con un Athletic que jugaba en El Bernabéu el sábado y un Bilbao Basket que hizo lo propio en Miribilla el domingo por la mañana, el pádel volvía a casa. Al torneo con más solera. Ese que seguro que es especial por tantos motivos. Por tantas ediciones, por jugarlo con tantas parejas. Por lucir la txapela del campeón. Txapeldun, que en castellano quiere decir campeón, viene del euskera txapelduna; el que tiene la txapela.
En el Norte somos de tradiciones, y fue Patxi Alkorta, hostelero donostiarra el que colocaba una enorme txapela sobre la cabeza del boxeador Urtain tras cada combate. Hablamos de los años 60.
“Lo de las txapelas se me ocurrió en un delirium tremens. Veía boinas por todas partes. Y por eso luego las hice de todos los tamaños, desde txapelas enormes para ponérselas a los deportistas hasta pequeñitas para colgar en el retrovisor de los coches. A los atletas les hace más ilusión una boina que una copa. No hay que andar limpiándolas como los trofeos. Se sacude y ya está”.
Foto de Padel Pro Tour
Así era Alkorta y he aquí el motivo por el cual los campeones en Euskadi acostumbran a lucir txapela. La pelota sigue siendo otro deporte donde esta boina, que muchos lucen aún por nuestras calles, sirve para laurear al campeón.
Y siguiendo con las tradiciones, quien merecería un aurresku de honor (danza vasca para reverenciar u homenajear) serían Julio Alegría y los que hacen posible la celebración de esta prueba. Aquellos y aquellas que fuimos infectados por el virus del pádel tarde o temprano, tenemos que sentirnos en gratitud con la familia Alegría y su patriarca a la cabeza. Ha sido un regalo para la vista. Gracias por alimentar el hambre de pádel de los bilbaínos un año más.
Eskerrik asko ta urte askotarako.
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