Actualizado: 17/05/2018
“Como he podido jugar tan mal contra estos, si vengo jugando a un buen nivel y encima casi me ganan (a veces incluso se pierde), si son muchos peores que yo!!”
Esa frase es típica cuando acabamos de jugar contra rivales inferiores. Todo esto pasa porque desde mucho antes de entrar a la pista, desde que sabemos que jugamos contra unos rivales inferiores nuestra cabeza empieza a decirnos cosas como:
“Vaya partido pesado esta tarde, que flojos son, me voy a aburrir, no tenía que haber quedado para jugar,…”
Desde este primer momento ya nos estamos preparando negativamente para el partido.
Luego entramos a la pista y normalmente nuestra actitud y expresión corporal es de relajación, esto hace que en el peloteo estemos parados, pensando en otras cosas,… todo esto desemboca en que empieza el partido y jugamos bolas disparatadas, sin sentido, no luchamos todos los puntos, bajamos la velocidad de nuestros golpes y cuando menos esperamos resulta que vamos 4-4 y estamos preocupados porque vemos que no somos capaces de ganar puntos, que ellos están metiendo bolas increíbles, llegan a todo y podemos perder perfectamente contra dos rivales que lo normal es que les ganásemos 6-2 6-2.
¿Qué hago para que esto no ocurra?
Si sabemos que vamos a jugar contra rivales inferiores y es un partido de entrenamiento debemos tomarnos ese partido con un objetivo concreto y que nos haga mantenernos concentrados todo el partido… por ejemplo, tirar bandeja paralela siempre que esté atacando y jugar globos altos y cruzados cuando defienda; de esta forma afrontamos el partido con otra motivación más allá del nivel del rival. Ahora el partido sí nos servirá para algo!
Si lo que vamos a jugar es un partido de competición, debemos salir a la pista a morder al rival y pensando que en ningún momento le demos oportunidad de poder meterse en el partido. Así conseguimos que entremos a jugar con intensidad y tensión en cada momento, minimizando cualquier contratiempo a causa de nuestra relajación.
En los dos casos anteriores, tanto la parada de pensamiento como las autoinstrucciones que expliqué en el primer post “La concentración, divino tesoro” serán las herramientas a utilizar para estar metidos en el encuentro y evitar así la tan temida relajación.