Actualizado: 21/09/2017
Para los que como nosotros seáis devotos fans y seguidores de este “Genio” que es Rafael Nadal, os dejo este reportaje de El Pais.com titulado “Viaje al cerebro de la máquina” en él, tal y como resume el reportaje “Entramos en el territorio más íntimo de Rafael Nadal. Nos desvela, en primera persona, cómo vivió el que para muchos es el mejor partido de la historia del tenis: la final de Wimbledon de 2008. Así planta cara el campeón a sus fantasmas“.
Es un relato verdaderamente impresionante, del que os dejamos como adelanto dos trocitos que me han gustado especialmente, el segundo de ellos en el que cuenta sus “rituales” antes del partido, me hace pensar en jugadores/as de pádel como Juan Martín Diaz, Belasteguin, Carolina Navarro, Cecilia Reiter, y todos l@s demás (no los pongo por no extenderme) en como vivirán/sentirán sus propios preliminares, no estaría mal que nos los contaran con tanto lujo de detalles, como nos regala en este relato Rafael Nadal, esperamos os guste y lo disfrutéis.
……”A la una en punto, una hora antes de la señalada para el comienzo del partido, volvimos al vestuario. Algo curioso que tiene el tenis es que incluso cuando se celebra un torneo importante se comparte el vestuario con el rival. Cuando volví del comedor, Federer ya estaba allí, sentado en el banco de madera que siempre ocupa. Estamos acostumbrados a esta particularidad y no hubo incomodidad por ninguna parte, al menos no en mi caso. Un rato después estaríamos haciendo todo lo posible por machacarnos en el encuentro más importante del año, pero éramos amigos además de rivales. Otros rivales deportivos pueden odiarse a muerte fuera de la pista; nosotros no. Nos caemos bien. Cuando empiece el partido, o cuando falte muy poco para el inicio, dejaremos a un lado la amistad. No es nada personal. Yo lo hago con todos los que me rodean, incluso con mi familia. Cuando un partido está en juego, soy otra persona. Me esfuerzo por convertirme en una máquina del tenis, aunque en última instancia es un empeño imposible. No soy un robot; la perfección en el tenis es imposible, y el desafío consiste en escalar la cumbre de las propias posibilidades.”……….
……”Cuarenta y cinco minutos antes de la hora oficial del comienzo me di una ducha de agua fría. De agua helada. Lo hago antes de cada encuentro. Es el punto anterior al punto de inflexión; el primer paso de la última fase de lo que yo llamo el ritual anterior al juego. Bajo el agua fría entro en un espacio distinto en el que siento crecer mi fuerza y mi resistencia. Cuando salgo soy otro. Me siento activado. Estoy “en estado de flujo”, o “de fluir”, como los psicólogos deportivos llaman al estado de concentración y alerta en el que el cuerpo se mueve por puro instinto, como un pez en un río. En ese estado no existe nada más que la batalla que nos espera.
Y menos mal, porque lo siguiente que me tocaba hacer era algo que en circunstancias normales no aceptaría con calma. Bajé al botiquín para que mi médico de siempre, Ángel Ruiz Cotorro, me pusiera una inyección calmante en la planta del pie izquierdo. Desde la tercera ronda me había salido una ampolla y una hinchazón alrededor de un hueso del metatarso. Tenían que dormirme esa zona, de lo contrario no podría jugar, pues el dolor hubiera sido excesivo.
Luego volví al vestuario y reanudé mi ritual. Me puse los cascos para escuchar música. Eso es algo que me agudiza la sensación de “fluir”, me aísla aún más de mi entorno. Titín me vendó el pie izquierdo. Mientras lo hacía, puse los grips, las cintas adhesivas, a las empuñaduras de las raquetas, a las seis con que salgo a la pista. Siempre lo hago. Vienen con una cinta previa de color negro; yo pongo una cinta blanca encima de la negra, le doy vueltas y más vueltas en sentido diagonal. No necesito pensar en lo que hago, simplemente lo hago. Como si estuviera en trance.”…….
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Fuente: elpais.com