Actualizado: 17/05/2018
Por definición, “el entrenamiento funcional” significa entrenar con un propósito. En otras palabras, debe tener un efecto positivo en la actividad o deporte que se practica. El entrenamiento funcional adopta la multi-faceta y un acercamiento integrado para mejorar la fuerza y el acondicionamiento total de aquellos que lo utilizan.
Como regla general, el entrenamiento funcional resta importancia a los movimientos mono-articulares en contraposición a las máquinas de carga guiada que encontramos en gimnasios, las cuales vienen a trabajar grupos musculares aislados y de forma estricta, limitando los rangos de movimiento tridimensionales.
El entrenamiento funcional consiste en el control de nuestro propio cuerpo, para que, una vez conseguido éste, podamos dominar el movimiento de todo el entorno que nos rodea. Si tu cuerpo domina el movimiento, el movimiento no domina a tu cuerpo.
Por ejemplo, el jugador que golpea una bola de pádel que está en movimiento, es capaz de interpretar el entorno (velocidad de la pelota, trayectoria, distancia…), su sistema nervioso central comienza a elaborar un plan de acción y envía la información al sistema músculo-esquelético quien a través de coordinación intermusculares genera los movimientos necesarios para el golpeo (carrera, armado del brazo, estabilización del tronco…) hasta conseguir interceptar la pelota y golpearla con la velocidad y dirección necesaria. Para un simple golpeo hemos hecho funcionar a todos los sistemas de nuestro cuerpo, por tanto, nuestra preparación física debe incluir ejercicios que soliciten a todos los sistemas.
Siempre hemos contemplado las máquinas de última generación con apoyos ergonómicos y rangos de movimiento dirigidos como un verdadero avance en la ciencia del movimiento. Nos sentamos en la máquina y ésta nos dice todo lo que tenemos que hacer, simplemente nos limitamos a seguir el movimiento que nos guía.
Sin embargo, no vemos que ya tenemos una verdadera máquina que nos proporcionaba todo ésto y además se adapta perfectamente a cada sujeto. Esa máquina es nuestro propio cuerpo. Poseemos un cinturón a modo de faja que protege nuestra columna (musculatura profunda del tronco), tiene un sistema de apoyo para traccionar con fuerza (columna), tiene un sistema que nos informa del rango adecuado (sistema neuromuscular), posee receptores que nos informa si la carga es adecuada, etc. Solamente hay que activarla con los ejercicios correspondientes y empezar a utilizar nuestra máquina.
¿Qué conseguimos con las máquinas guiadas de los gimnasios?
Sólo activamos parte de nuestra máquina, tenemos músculos fuertes pero acoplamientos débiles y una estabilización subdesarrollada, descompensación entre nuestros sistemas.
¿Debemos borrarnos del gimnasio y maldecir por el tiempo perdido?
Naturalmente, no. Debemos modificar nuestros ejercicios para involucrar a todos los sistemas, que sea nuestro cuerpo el que realice el ejercicio y no la máquina como pasa generalmente, que a la hora de trabajar toda nuestra máquina esté en funcionamiento, y no sólo una parte.
Os dejo unos ejercicios muy simples, poco a poco iremos aumentando la complejidad, en los que trabajamos toda la musculatura de nuestro cuerpo y todos los sistemas. Estos ejercicios servirían para crear una base para, posteriormente, trabajar de manera específica para nuestro deporte. La inclusión de este tipo de ejercicios de estabilización, control y fuerza, repercutirá de manera positiva en nuestro juego.