Actualizado: 01/11/2019
Siempre se ha afirmado, y no sin razón, que en el pádel masculino prima más el físico que respecto al pádel femenino. Una realidad evidente por una cuestión objetiva: la diferencia física existente entre unos y otros. Los hombres son –por norma general- más veloces y potentes que las mujeres, lo que hace que su juego sea más agresivo. Un hecho palpable que podíamos comprobar de manera evidente sobre todo en los inicios del pádel y hasta la mitad de la primera década del siglo XXI.
La fuerza, la potencia muscular y una mejor coordinación entre las piernas y el tronco son aspectos que todavía siguen evidenciando una superioridad en los hombres respecto a las mujeres.
Sin embargo, las diferencias en el juego entre hombres y mujeres se han reducido considerablemente en los últimos años. Nos referimos, especialmente, al pádel de nivel profesional que vemos en cada prueba del World Pádel Tour.
Si las distancias se han estrechado entre sexos es, especialmente, por el cambio que ha experimentado el pádel femenino en los últimos tiempos. El juego de las chicas ha evolucionado de manera rápida y poco tiene que ver con el pádel que se practicaba años atrás.
Evolución del pádel femenino: más golpes de definición.
Antes era un deporte mucho más lento a diferencia del pádel que se juega hoy en día. Por aquel entonces, el golpe estrella era el globo y la pareja más difícil de batir era la que menos fallaba o, dicho de otro modo, la que no arriesgaba apenas. Ahora, por suerte, el juego ha cambiado.
De un tiempo a esta parte, el pádel femenino ha mejorado de forma notable hasta el punto de reducir las distancias con el pádel masculino. Cada vez, el juego de las chicas se asemeja más al de los chicos, ya que el pádel del circuito femenino actual es mucho más físico.
Es cierto que en el pádel femenino se utilizan más los golpes básicos (derecha, revés, globo, bandeja, bajada de pared) y menos los golpes especiales y de definición que en el pádel masculino (remate, liftado, volea alta de derecha). Pero es en este punto donde comprobamos el cambio de tendencia experimentado en los últimos años.
Si nos atenemos al juego en sí, comprobamos que cada vez se presencian más puntos ganadores entre las chicas y el número en el intercambio de golpes ya no es tan prolongado como antes. La potencia es mucho más trascendente en las jugadoras –gracias también a la mejora notable producida en las palas, con mejores materiales y una tecnología más avanzada- y la velocidad en el juego se ha incrementado.
Ahora incluso se ven a las jugadoras salir de la pista para ejecutar el remate por tres y seguir el punto o, directamente, ganarlo, algo casi impensable hace unos años.
Más jóvenes y más profesionales.
El pádel femenino se ha profesionalizado hasta el punto de que ya se ven casos de jugadoras muy jóvenes (Victoria Iglesias, Marta Ortega, Gemma Triay y Alba Galán, como ejemplos más destacados) compitiendo con las mejores, por dos motivos principales: su innegable talento y la exigente rutina de entrenamientos que mantienen desde hace unas temporadas.
Este avance en el pádel femenino está redundando favorablemente en un mayor espectáculo y es por esto que cada vez se ven partidos más atractivos entre las principales jugadores del ránking internacional.
De hecho, uno de los grandes objetivos dentro de la organización del World Pádel Tour a principios de temporada fue el de apostar de manera más decisiva por el circuito femenino. Más pruebas, más premios, más puntos y más visibilidad fueron las principales consignas del comité organizativo, que aumentó en un 40% los premios en metálico para las chicas.
Los chicos también pegan más.
¿Y qué ocurre con el pádel masculino? ¿Ha evolucionado de la misma manera que lo ha hecho el femenino o se ha estancado? No cabe duda de que también ha experimentado un avance. Como comenta Gastón Malacalza en una entrevista con WPT, “al haber ex jugadores convertidos a entrenadores y cada vez más nivel de todos ellos en general, es normal que los jugadores dejen de tirar la bola para arriba (globo) y empiecen a entrenar más y a mejorar su físico y su técnica”.
El exjugador argentino no tiene ninguna duda en afirmar que “ahora se le pega mucho más fuerte a la bola que hace cinco años” y que el individualismo ha quedado más de lado, otorgando mayor protagonismo “a la táctica” entre la pareja.
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