Actualizado: 02/05/2022
Los que ya llevamos un tiempo en el mundo del pádel hemos tenido que escuchar alguna que otra vez eso de “¿Juegas al pádel? ¿Eso es cómo el tenis, no?”
Decenas, sino cientos de veces, hemos sido víctimas de la tediosa simplificación de ambos deportes. Porque sí, porque el ser humano es así, de rápida asimilación, de reducir aquello que no conoce a algo que le sea familiar con el único objetivo de poder sumarse a la charla en calidad de experto. Lo peor de todo, es que muchas de las personas que verbalizan esa afirmación terminan quitándole hierro al asunto diciendo “bueno, pero es muy parecido entonces” después de una larga explicación sobre las diferencias principales entre el tenis y el pádel.
No señores, el pádel no es igual que el tenis, porque no todos los deportes de raqueta que existen son similares. Creer que sí lo son es caer en la más terrible de las simplezas. Es como suponer que porque el baloncesto y el fútbol se juegan con un balón son similares, o como decir que la gimnasia artística y la rítmica son iguales porque ambas se practican sobre un tapiz. Y esta explicación podemos llevarla a otros campos de la vida, no solo al deporte. La ruleta europea no es igual que la americana en muchos aspectos a pesar de que ambas son uno de los juegos más populares de los casinos, la leche desnatada no es igual que la entera a pesar de salir ambas del mismo animal y un avión no es igual que un helicóptero a pesar de que ambos son medios de transporte aéreo. Puede que estos ejemplos parezcan obviedades pero sirven para ejemplificar una realidad que vivimos a diario.
Los deportes de raqueta son muy diversos entre sí. Pocos son los que podrían equiparar el bádminton al tenis, cuando ambos pertenecen a la misma familia deportiva, por decirlo de algún modo. ¿Por qué? Básicamente porque tenemos interiorizado que son deportes completamente diferentes, ya sea por el tipo de raqueta que se emplea o por el campo en el que se juega. No ocurre lo mismo con el pádel y otras variantes de raqueta, como el ya mencionado tenis, el squash, el frontenis, el raqtebol o el swingbol.
Ya os hemos hablado en varias ocasiones sobre las diferencias que existen entre tenis y pádel, y cómo pasar de una disciplina a otra, por lo que no vamos ahondar en ello. Hoy nos gustaría centrarnos un poco más en esas otras disciplinas que suelen confundirse con el pádel y que presentan una gran cantidad de diferencias con nuestro deporte.
El squash es una de ellas. Muchos caen en el error de pensar que ambos deportes son iguales porque se juegan en una pista cerrada. No obstante, la diferencia principal es que el squash se juega haciendo rebotar la pelota contra la pared y no contra el adversario.
La posibilidad de que la pelota pueda rebotar en cualquier parte de la pista, hace del squash uno de los deportes de raqueta con mayor complejidad técnica. El frontenis comparte con el squash el hecho de basar su juego en el golpeo de la pelota contra la pared pero tampoco es 100% igual. En este caso, el frontenis se juega en una pista mucho más espaciosa que la de squash y la raqueta que se emplea es parecida a la de tenis, aunque con un cordaje doble ya que la pelota es más dura.
También muy similar al squash nos encontramos con el raquetbol. Esta disciplina deportiva también se practica en una pista totalmente cerrada y la bola puede rebotar en cualquier pared o en el techo, pero solo puede botar una vez en el suelo antes de que se considere punto para el equipo contrario. Sin embargo, el raquetbol sí permite el juego por parejas, cosa que no se contempla en el squash. Además, las raquetas también son diferentes, contando las de raquetbol con una cabeza más ancha y un mango más corto.
El swingbol, por su parte, ha sido bautizado por un gran sector como “el hermano pequeño del pádel”. En realidad, esta disciplina que nació precisamente en España hace un par de años, es una mezcla de varios deportes de raqueta. Del pádel obtiene la raqueta y la pista cerrada, del squash el rebote en las paredes y la estrategia, y del tenis la posibilidad de jugar en pareja, aunque no es estrictamente necesario. La pista en la que se practica el swingbol es mucho más pequeña que la del resto de disciplinas de raqueta comentadas, tan solo 9 metros de largo por 5 de ancho. Es decir, que en una pista de pádel caben 4 de swingbol. El saque se realiza como en el pádel y los partidos se juegan al mejor de 3 o 5 sets de once puntos que deben ser ganados por una diferencia de dos. En el caso de empatar, el último de los sets se jugará a 15 puntos.
Como podéis ver, las diferencias son notables entre una disciplina y otra. Ya no solo en el modo de juego, sino también en el grado de complejidad, en la forma física que exige a los jugadores y en la sociabilidad que aporta. Es por ello por lo que es importante tener en cuenta todos estos aspectos a la hora de decantarse por uno u otro para que no nos pase como en el refrán y acabemos confundiendo las churras con las merinas.