El pádel es una disciplina que requiere velocidad, agilidad e intensidad, lo que hace que los atletas sean más susceptibles a sufrir lesiones. Por tal motivo, es importante conocer las lesiones más comunes y la forma adecuada de prevenirlas.
Razones por las que podemos sufrir una lesión en pádel.
Falta de entrenamiento.
El deportista de pádel suele presentar dolores de espalda por los desequilibrios musculares entre la pared abdominal y lumbar. Sin embargo, este tipo de lesión podría evitarse con una preparación física completa, que dure al menos 5 minutos. Por ejemplo, realizar carreras laterales incluyendo cruce de piernas por delante y por detrás, estiramientos de los grupos musculares, movimientos circulares de las articulaciones (en series de 20), entre otros.
Lesiones por sobrecarga.
Otras lesiones comunes son la tendinitis de Aquiles (tendinitis del pie) y tendinitis rotuliana, también conocida como “rodilla de saltador”. La fricción continua y brusca de los movimientos provoca lesiones en las articulaciones y una inflamación del tendón arco plantar del pie. Por eso es imprescindible utilizar unas zapatillas de la talla adecuada, que amortigüen bien los golpes y no recaiga todo el peso en la articulación.
Las zapatillas de pádel ofrecen una propulsión extra con las pisadas y, en consecuencia, una mayor velocidad. Y si la amortiguación es importante, la tracción y la estabilidad también lo son. La tracción es el agarre que tiene la suela con la superficie de la pista. Una buena estabilidad asegura la posición correcta del pie, mejora la postura corporal y evita las molestias articulares.
Lesiones por técnica.
El hombro del jugador de pádel está constantemente expuesto a los golpes de la pelota. Una mala técnica al momento de realizar los remates o la repetición continua de los golpes, provoca un desequilibrio en los músculos estabilizadores del hombro. Esto conlleva lesiones como tendinitis del manguito de los rotadores (irritación e inflamación de los tendones).
Es importante calentar muy bien todo el brazo, desde la muñeca hasta el hombro. Respecto a la técnica, se recomienda doblar el brazo al rematar (golpes frontales), no apoyar el pulgar tras el mango y no forzar solo la muñeca y codo.
Condiciones climáticas adversas.
La lluvia, el frío y la humedad provocan lesiones en la pista, como los resbalones y caídas. Los tropezones pueden causar esguinces o torceduras del tobillo. Un fuerte impacto en el suelo también podría romper huesos, por tanto, debemos evitar entrenar en condiciones climáticas desfavorables.
Mala deshidratación o alimentación.
La deshidratación es la carencia de líquidos corporales que el organismo necesita para desenvolverse adecuadamente. Los deportistas corren el riesgo de deshidratarse a causa de las altas temperaturas o por no tomar líquidos antes de cada partido. En consecuencia, presentan síntomas como fatiga o debilidad, mareos, dolores de cabeza, náuseas y vómitos.
Para empezar con unos niveles óptimos de hidratación, se recomienda beber de 400 a 600 ml de agua o bebidas isotónicas dos horas antes del ejercicio. Luego hay que tomar líquidos cada 20 minutos.