Actualizado: 18/07/2017
Justo acaba de empezar en Río de Janeiro los XXXI Juegos Olímpicos. En ellos, casi 11.000 deportistas de 28 deportes (con sus respectivas modalidades) y de más de 200 países luchan en busca de sus sueños.
Los que trabajamos con deportistas que compiten en Juegos Olímpicos, sabemos lo importante que es que lo hagan desde la pasión, desde la ilusión por hacer una buena marca, por buscar la manera de rendir a su máximo nivel… con la ilusión de un niño y también con la cabeza, el trabajo y el saber hacer de un deportista de élite de primer nivel mundial. Cuando se acerca una competición como los Juegos Olímpicos buscamos que los deportistas hagan lo que saben hacer y actúen con enorme pasión por lo que hacen, con cabeza y corazón.
Esto cada vez más lo saben y lo aplican muchos deportes. En fútbol, en baloncesto, en tenis, las diferentes modalidades de atletismo, natación, voley playa, badminton… salen y han salido noticias en prensa donde responsables de estos deportes abogan por una motivación intrínseca (pasión) a la hora de actuar, a la hora de hacer.
Y esto no sólo ocurre en el deporte: en la empresa o en la política los grandes líderes buscan generar pasión “con cabeza” en las personas que están a su alrededor para que den su máximo. También los medios de comunicación, o las agencias de publicidad quieren “emocionar” a través, por ejemplo de un “marketing emocional”. Generar pasión: ese es el gran objetivo.
Desde la psicología sabemos que la pasión (junto con el “buen hacer”) es sinónimo de rendimiento. De ahí la importancia de que, ante una gran competición, un gran evento, un momento importante (como los Juegos Olímpicos, un partido decisivo, una competición clave) se trabaje para que la pasión esté presente cuando se quiere dar el máximo.
La pasión se genera recordando la “esencia” del para qué se hace deporte, hacer que las condiciones sean agradables, valorar lo que se hace, ofrecer un espacio para la creatividad, generar ilusión por el reto… es decir, hacer que los que participan disfruten de lo que hacen porque quieren hacerlo y les gusta hacerlo. Esto está reñido con otros enfoques quizás más tradicionales que se han mostrado bastante más limitantes (y en ocasiones muy perjudiciales) para el rendimiento de las personas. Por ejemplo el castigar cuando las cosas no se hacen como “debería” (según el criterio arbitrario de alguien), eliminar todo signo de creatividad, olvidarse de la “esencia” de las cosas y sólo pensar en el resultado (aparente)… Si se utiliza el castigo en exceso y mal, la pasión va desapareciendo.
Si no se tiene en cuenta a las personas (sus intereses, capacidades, historia…) la pasión va desapareciendo. Si se quiere controlar en exceso, la pasión va desapareciendo. Y el rendimiento, el “enganche”, los resultados son peores. Y las personas se “alejan” de ese entorno “castigador” invadido por emociones negativas como el miedo.
Si sabemos que la pasión bien enfocada es sinónimo de alto rendimiento, ¿por qué no transmitir pasión en lo que hacemos? ¿por qué no buscar la manera de hacer que la pasión esté presente? ¿por qué no mantener aquello que genera pasión y aplicar estrategias para que se genere aún más pasión?
Además, la pasión es contagiosa. El generar un entorno de pasión hace que los que rodean ese entorno se “enganchen” y realicen acciones que generen aún más pasión. Y, cuando se percibe esa pasión, los consumidores de un producto se acercan más a él ilusionados por esa pasión. La pasión “mueve montañas”, como diría alguien que muchos conocemos.
El pádel, en este sentido lo tiene fácil: es apasionante por sí mismo. Los que empiezan a practicar este gran deporte se enganchan fácilmente por sus propias características: cualquiera que empiece a jugar con gente de su nivel se lo pasa bien, no es necesario tener una gran condición física, es un deporte muy social (se juega con otros), la evolución en el nivel de juego es constante… todo ello ayuda a que la pasión (motivación intrínseca) crezca y se “consuma” pádel porque le gusta de verdad el pádel.
En el pádel, quizás no sea tan necesario buscar estrategias para generar pasión; sólo con mantener lo que ya de por sí genera el pádel, puede ser suficiente para que haya una elevada dosis de pasión. ¿Cómo?: recordando su esencia, respetando lo que da el pádel por sí mismo. Aunque claro, si además se busca la manera de aumentar (bien) esa pasión…
Escribo este artículo pensando en dos personajes que han sabido transmitir, fomentar y contagiar la gran pasión por este gran deporte que es el Pádel. Oscar Solé y Andrea Ballester, hasta hace bien poco en World Pádel Tour, supieron recordar la esencia del pádel, respetar a los que generan pasión, hacer que los jugadores, aficionados y gente que rodea al pádel sintieran lo que de verdad es el pádel; innovando, valorando a jugadores/as, entrenadores, aficionados, medios… transmitiendo pasión. Merecen un gran reconocimiento por nuestra parte, por lo mucho que han hecho por el pádel.
Es, en gran medida contradictorio el que World Pádel Tour decida prescindir de dos personas que han generado mucha pasión desde sus retransmisiones, sus notas, sus reportajes… Sobre todo cuando sabemos que hoy en día las más importantes empresas buscan esa motivación intrínseca (pasión) para aumentar el rendimiento; las más importantes agencias de publicidad quieren generar “marketing emocional”.
Los aficionados se sienten atraídos por la pasión del espectáculo. Y, en la “verdadera prueba del algodón”, en el deporte de alto rendimiento (donde no valen mentiras ni falsas verdades ni “mirar hacia otro lado”: el deportista sólo rinde cuando tiene las mejores condiciones para ello) se consiguen grandes resultados sólo cuando la pasión está presente y bien enfocada.
El tiempo pone a cada uno en su lugar. Al final, las personas que quieren grandes éxitos se rodean de pasión porque es la manera de lograr grandes éxitos. Lo vemos ahora en los Juegos Olímpicos, en grandes empresas, en grandes eventos…
Gracias a todos los que transmitís pasión por el pádel. Gracias también a El Negro, speaker de eventos de pádel que también estuvo en el pádel profesional, otro gran apasionado de esto. Gracias especialmente a Óscar Solé (que lleva 30 años en este gran deporte) y a Andrea Ballester (que lo ha dado todo desde que se inició en esta gran aventura) por poner sus grandes granos de arena para que este deporte sea tan apasionante. Gracias y, por favor seguid transmitiendo pasión por el pádel.
David Peris Delcampo.
Psicólogo del deporte experto en Coaching.
Director www.psicologiadelpadel.com
Director del Máster en Coaching y Liderazgo de la Universidad de Valencia.
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