Actualizado: 21/08/2023
Es una realidad que en los últimos años ha aumentado el número de deportistas capaces de competir hasta bien entrada la treintena. Y no estamos hablando simplemente de jugar, sino de competir al máximo nivel. No hace falta irse más allá del mundo del pádel: tenemos a Marcello Jardim con 45 años siendo el nº20 del mundo, Miguel Lamperti está a las puertas del Top 10 a punto de cumplir los 40 y Cristian Gutiérrez, que los cumplió en mayo, está dentro de los 10 mejores del mundo; por no hablar de Fernando Belasteguin, que se ha pasado 16 años siendo el número y actualmente ocupa la segunda posición del ránking World Padel Tour a los 39.
Se podría pensar, erróneamente, que el pádel es menos exigente que otros deportes. Lo puede ser es más joven que otras disciplinas con más historia, pero la exigencia es la misma para Belasteguin que para Alejandro Galán, que es el nº7 del mundo con 22 años.
Este año, el periodista americano Jeff Bercovici publicaba un libro, Play On: The New Science of Elite Performance at Any Age, que hablaba precisamente de cómo había aumentado el número de deportistas de élite que desafiaban los supuestos límites que la edad pone al desarrollo de su profesión. Su estudio se centra en los últimos 15 o 20 años, especialmente desde el cambio de siglo. No es que antes no hubiera deportistas que alargasen su carrera hasta entrados los 40, siempre ha habido excepciones, pero hoy en día, pese a que todas las competiciones son mucho más exigentes a nivel físico y que la competencia es muchísimo mayor, curiosamente hay más deportistas de élite “maduritos”.
Es evidente en el mundo del pádel y también en otros deportes de raqueta. Ya hemos perdido la cuenta de cuántos años lleva la prensa preguntándole a Roger Federer (37 años) por su retirada del tenis. Da igual si el suizo apenas juega torneos o si Serena Williams (a punto de cumplir 37) se toma un año de baja para ser madre, basta echar un vistazo a los pronósticos de tenis para ver que si ellos compiten, siempre son favoritos a ganar prácticamente ante cualquiera. Y se habla menos de Venus, pero la mayor de las Williams (38 años) volvió a la élite tras saber que padecía el síndrome de Sjögren, una enfermedad que normalmente afecta a mujeres de avanzada edad, hasta el punto de disputar dos finales de Grand Slam en 2017.
Está claro que todavía no llegan al nivel de Martina Navratilova, que ganó su último Grand Slam con 50 años (dobles mixtos), pero es que lo de esa mujer es nivel Dios. Aun así, los casos de Federer y las hermanas Williams son perfectos para ejemplificar algunos de los secretos de la eterna juventud de los deportistas de élite.
No es que lo diga en las ruedas de prensa, es que se le nota en la pista. Roger Federer sigue disfrutando del tenis, y mientras siga haciéndolo va a intentar mantenerse al máximo nivel. La motivación es fundamental. Así lo explicaba Emanuel Ginóbili en la rueda de prensa que dio hace unos días con motivo de su adiós a la NBA a los 41 años; el argentino se había dado el verano para ver si a la vuelta volvía a sentir las ganas que tuvo antaño, pero no fue así, lo que el cuerpo y la cabeza le pedían era descanso.
A Serena Williams no se le han quitado las ganas, así que ha vuelto al circuito al máximo nivel, algo que sólo podía conseguir gracias a muchísimo entrenamiento. Es lógico pensar que un deportista maduro es más disciplinado, conoce mejor su cuerpo y sabe mejor cómo planificar su rutina. Y no sólo es mejorar, también toca mantenerse; a los músculos les cuesta más recuperarse, así que saber cómo hacerlo y dedicarle el tiempo necesario, es muy importante.
El problema de salud de Venus Williams, hace unas décadas, podría haber costado mucho de detectar y puede que no hubiéramos sabido cómo hacer que una dolencia que es un tipo de artritis no afectase a su rendimiento deportivo. Hoy en día tenemos más información; conocemos datos que antes no estaban disponibles, no sólo en cuanto a enfermedades sino también en cuanto a nutrición, rendimiento, maneras en las que nuestro cuerpo reacciona, etc.
Se habla también de la genética, que también aplicaría al ejemplo que hemos usado, al ser las Williams hermanas. Pero el elemento genético no parece tan decisivo como se pueda pensar. Además de la motivación, el entrenamiento y la información, hay otro factor cuyo valor no se puede negar: la suerte.
Entre los 30 y los 40 años, las lesiones suelen ser más frecuentes y cuesta más salir de ellas. Baste como ejemplo la operación de rodilla a la que Belasteguin se sometió el año pasado. Es evidente que hay que ir con más cuidado según avanza nuestra edad. De ahí que los deportistas que sufren menos contacto con otros, tiendan a tener una carrera más larga; en fútbol, por ejemplo, lo habitual es que los porteros puedan mantenerse más tiempo al máximo nivel. Tenemos a Gianluigi Buffon con 40 años, que parecía que se retiraba pero no, o al portero de la selección egipcia, Essam El-Hadary de 45 años, que decía que el secreto de su éxito estaba en darse baños de hielo.
Cada uno tendrás sus pequeños trucos, pero lo cierto es que cada vez está más anticuada esa idea de que los deportistas dejan de estar en su mejor momento a partir de los 30. También es verdad que parece que los 40 es ahora la edad crítica, una barrera física y psicológica en la que muchos dicen adiós al deporte de élite. Los 40 son los nuevos 30.