Actualizado: 21/08/2023
Esta es la gran pregunta a la que se enfrentan todos los jugadores alguna vez, ¿cuándo debo cambiar mi pala? Existen varias pistas que podemos seguir para descubrir que tenemos que cambiar ya nuestra pala de pádel. Para saber el desgaste que sufre nuestra pala debemos fijarnos en varios factores.
La calidad de los materiales de la pala es un elemento muy importante, no durará lo mismo una de fibra de carbono que de fibra de vidrio, la primera siempre será más duradera. Las marcas siempre nos ofrecen ayudas para cambiar nuestro material deportivo y podemos encontrar algunos como las ofertas palas Varlion.
La frecuencia de uso que le damos a la pala es un factor indispensable a considerar para renovar nuestra pala. Se calcula que en un partido se llega a golpear la pelota hasta 290 veces. Por lo que, si jugamos una media de 3 partidos por semana, los golpes pueden llegar a elevarse hasta los 870, lo que nos podría obligar a cambiar la pala a los seis meses de haberla comprado.
Depende de cuántos días se juegue a la semana y de la intensidad de los entrenamientos, para una persona que se está iniciando en el pádel debería cambiarse por lo menos una vez al año, ya que será una intensidad más moderada. Si se juega una vez a la semana, se puede mantener la pala hasta dos años en condiciones óptimas.
El paso del tiempo pasa factura para nuestra pala, por lo que es importante cubrirla con protectores para evitar golpes y también hay que tener en cuenta secarla bien si hemos jugado con lluvia o humedad. Por el lado contrario, tampoco se puede dejar expuesta al sol o a altas temperaturas. Es importante tener una funda o paletero para poder mantenerla más tiempo en las mejores condiciones.
Las gomas de los núcleos pierden propiedades con el paso del tiempo y suelen endurecerse, es por ello que perdemos sensaciones con la pala cuando jugamos con ella. Si la protegemos de las altas temperaturas, la pala podría llegar a durar mucho más.
Al tratarse de un artículo de impacto podemos notar su deterioro cuando la goma se empieza a poner blanda. Como la pala depende del núcleo, de la goma, con el paso de tiempo se puede acartonar, lo que ocasiona vibraciones y los dolores de codo o la temida epicondilitis.
Algunos de los signos claros de que debemos hacernos con una pala nueva y renovarla es el momento en el que encontramos grietas en el marco que podrían llegar al núcleo o cambios en la coloración. No debemos pasar por alto el hecho de notar una pérdida en la potencia cuando la goma no despide la goma con la misma fuerza. Un exceso de vibraciones también es síntoma de que debemos renovar nuestra pala, ya que una pala deteriorada puede llevar a ocasionar molestias o dolores en el brazo y codo.
Para conseguir que nos dure más tiempo, es importante no exponerla al sol ni al frio, evitando cambios bruscos de temperatura. Algo a tener en cuenta, ya que suele suceder entre jugadores, es no dejarla olvidada en un coche, ya que es indispensable para tratarla bien.
La pala es la principal herramienta de un jugador en la pista, por lo que a la hora de cambiarla hay que tenemos en cuenta el aumento en nuestro nivel de juego. Las primeras palas de un jugador, cuando comienzan en el mundo del pádel, suelen ser de fibra de vidrio. Son más baratas y menos resistentes que las de carbono, por ello suelen tener menos durabilidad.
Un jugador profesional cambia de pala aproximadamente cada tres meses y puede llegar a usar hasta diez distintas en un año. Un factor a tener en cuenta a la hora de cambiar de pala es la temperatura, ya que en función de esta, cambia el tacto.
Cuidar nuestra pala es un elemento importante a la hora de que pueda durarnos más, pero también hay que tener en cuenta sus materiales. Las palas de goma EVA suelen ofrecer mejores prestaciones que las de Foam, aunque en este caso la elección también está relacionada con la forma de juego de cada jugador.
Cuando un jugador aumenta su nivel y frecuencia de pádel, entrando a la pista una media de dos o tres veces por semana, la vida útil de la pala puede verse reducida a la mitad ya que se va deteriorando al contacto con las paredes y la verja. Mientras que si solo jugamos una vez en semana, la pala puede llegar a durar hasta un máximo de un año. En definitiva, esto puede hacer que tengamos que cambiar la pala cada seis meses aproximadamente.
Si no la cambiamos a tiempo los materiales pueden ir desgastándose demasiado y hacer que el jugador pierda calidad en la pista, por lo que cambiar la pala a tiempo puede ayudar a que nuestro juego mejore cada vez más.
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