Actualizado: 05/10/2017
Hay que retroceder la friolera de 26 años y trasladarse al Barrio de La Loma en la ciudad argentina de La Plata para encontrar el momento en el que el virus del pádel contagio a la saga de los Grabiel. Corrían los últimos meses de 1990 cuando un amigo de la familia abrió un club llamado El Galpón. En aquellas pistas de cemento fue donde Maxi Grabiel, su hermano Diego Grabiel, y Patricio Mongán, un primo inseparable, dieron los primeros golpes en una disciplina que por aquel entonces hacía furor en Argentina.
También eran asiduos a aquellos primeros partidos unos primos segundos de los Grabiel, Claudio Fabián Moyano y Marisa Toledo. ¿Les suenan los apellidos? Pues sí, un bebé llamado Ramiro Moyano Toledo, acurrucado en un moisés, se familiarizaba con las pistas de pádel. Pero fue en 1998, cuando ya un jovencísimo Ramiro Moyano vio jugar por primera vez a su tío Maxi Grabiel. Por aquel entonces el jugador del Vibor-A Team competía junto al mítico Roby Gattiker. Lo recuerda Ramiro como si de ayer se tratase: “Fue en el Club Estación Norte de La Plata. Iba de la mano de mis padres y nos acompañaba Pato Mongán, un familiar en común con Maxi. En aquella época practicaba todo tipo de deportes, desde el fútbol al voley pasando por el pádel y el tenis. Quienes estaban verdaderamente enganchados eran mis padres”.
Tuvieron que pasar ocho años (2006) para que Maxi Grabiel y Ramiro Moyano jugasen un partido juntos. Maxi ya se había trasladado a España y en vacaciones, cuando volvía a La Plata, compartía entrenadores (Sebastián Mocoroa y Gustavo Valquinta) con un Ramiro Moyano que ya empezaba a mostrar maneras de gran jugador.
Por el camino, Diego Grabiel dejó la práctica del pádel muy pronto, según su hermano Maxi, era demasiado loco como para afrontar una disciplina deportiva. Por suerte, sus hijos Galo y Nerina siguen la saga. En la familia de Moyano, sus padres continúan siendo grandes aficionados y practicantes a nivel amateur, juegan todos los torneos a nivel provincial y local.
La historia de estas dos familias sigue forjándose fuera y dentro de las pistas. El presente es de dominio público: “Siempre he seguido muy de cerca la evolución de Ramiro Moyano. Pero es en junio del 2015, al no progresar el juego con Cristian Gutiérrez, cuando decido llamar a mi sobrino para conformar una pareja con claro perfil de futuro”, sentencia Maxi Grabiel.
La juventud y la experiencia del clan de Chascomús (la ciudad natal de ambas familias) se han vuelto a dar la mano para fortalecer aquellos lazos de sangre forjados en los inicios del pádel.
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