Llevo algún tiempo queriendo escribir unas líneas tratando de analizar si los, cada vez más comunes, bailes de parejas en el pádel son beneficiosos o perjudiciales para este deporte.
No me considero un experto en el mundo del pádel profesional pero lo cierto es que, desde hace casi diez años he estado de alguna manera siendo testigo privilegiado de este deporte en su élite y haber sido durante dos temporadas responsable de las estadísticas oficiales de World Padel Tour, me permitió conocer entre bambalinas a los actores principales y secundarios, así como la organización responsable de uno de los deportes con mayor crecimiento internacional en la actualidad.
Es innegable que desde hace una década el pádel profesional ha experimentado una serie de cambios que han permitido un crecimiento destacable y unas expectativas de futuro envidiadas por otros deportes. Por enunciar algunas de ellas, la internacionalización de los torneos, la presencia de aficionados en los estadios, la audiencia del streaming, los contratos televisivos, etc… están haciendo del pádel un deporte de moda que cada vez consigue un mayor atractivo para aficionados, marcas e instituciones.
Como todo deporte joven, debe ir madurando y logrando una serie de hitos acordes que permitan mantener el momentum actual. Y es aquí, en este preciso instante donde considero que sería bueno abrir un debate que permita responder a la pregunta que, bajo mi punto de vista, es una de las claves para subir el siguiente escalafón en la profesionalización de este deporte.
¿Son los bailes de parejas beneficiosos para el pádel? La pregunta, formulada de esta manera, no parece ser tan relevante pero, según vayamos profundizando en su análisis, veremos cómo termina adentrándose en raíces de la propia estructura e historia de este deporte.
Deporte de parejas.
Pongamos la pregunta en perspectiva. El pádel es un deporte complejo desde el punto de vista psicológico, y esto lo saben muy bien los jugadores tanto profesionales como amateurs. El pádel ni es un deporte individual ni es un deporte de equipo, es un deporte de parejas. Ahí reside su complejidad.
En un deporte como el tenis individual, el éxito o fracaso acaba dependiendo del juego propio o del juego del rival, no hay más variables. En deportes de equipo como el baloncesto o el fútbol, los éxitos o fracasos se diluyen entre el número de jugadores que hayan participado en el partido. En el pádel, el efecto que tiene ser un deporte de parejas, queda permitida una subjetividad tal que es difícil medir y valorar de manera objetiva las aportaciones individuales al rendimiento del equipo para terminar asumiendo como jugador si las derrotas han sido condicionadas por fallos propios o las victorias por aciertos del compañero.
Es aquí donde los egos de los dos protagonistas pueden poner en jaque un proyecto que, en sus inicios haya sido planificado a largo plazo con unas expectativas y unos objetivos definidos. Esto hace que gran parte del éxito a futuro de una pareja quede condicionado por la relación personal entre ambos integrantes y por priorizar el objetivo común frente a los intereses individuales de los jugadores de la pareja ante momentos difíciles.
El papel de los entrenadores.
Analicemos el actual papel de los entrenadores de jugadores profesionales. Hay dos tipos de entrenadores, los que ya están y los que quieren estar. Existe un grupo, yo me atrevería a decir que compuesto por 20 entrenadores, que son los que trabajan con los jugadores profesionales consolidados. Este grupo selecto va rotando de parejas según les van solicitando sus servicios. Detrás existe una segunda oleada de entrenadores que suelen llegar al olimpo World Padel Tour, el streaming, acompañando a sus pupilos desde categorías inferiores hasta que irrumpen como parejas desafiantes entrando en cuadro. En la mayoría de los casos el entrenador deberá mantenerse en este grupo selecto si quiere que perdure su status y su exposición mediática.
Quizás mucha gente no lo sepa pero los entrenadores no hacen grandes sumas de dinero con los jugadores profesionales de World Padel Tour. Un sueldo medio de entrenar a una pareja entre las ocho primeras puede estar rondando los 1.000 €/mes + primas por victorias. Realmente donde un entrenador de élite hace la diferencia es en la sobre exposición mediática que le permitirá la afluencia de jugadores que quieran recibir clases con él, representar marcas de pádel, tener presencia en clinics y otros eventos, que son los que realmente les van a permitir hacer una diferencia económica.
En ciertas ocasiones esto obliga al entrenador a dejar de lado su libreto y sus creencias y tener que pensar en su futuro, no pudiendo ser ecuánime en sus decisiones y girando la balanza hacia el jugador que mayor proyección de futuro tenga en la pareja y que le permita, en caso de ruptura de la misma, seguir siendo un entrenador World Padel Tour con aspiraciones. Aquellos entrenadores que, ante una crisis de pareja no transigen e intentan imponer su jerarquía creyendo en el proyecto y en el bien común de la pareja, corren el riesgo de ser sustituidos por otro entrenador de manera fulminante.
El cortoplacismo del ranking.
Por último, la propia estructura de la competición World Padel Tour fomenta el cortoplacismo en la parte alta de la pirámide. Tal y como están estructurados los puntos y el ránking World Padel Tour, estar posicionado entre las 8 mejores parejas ofrece un status superior, obligando a las parejas aspirantes a realizar un sobreesfuerzo para poder arrebatar el octavo puesto. Esto, sin duda, genera que los jugadores estén más atentos a las posiciones que pueden ganar en el ranking si cambiaran de pareja que a fomentar el crecimiento continuo de la pareja actual con planificaciones de trabajo a largo plazo.
Ahora ya tenemos todos los ingredientes para poder analizar los, cada vez más frecuentes bailes de parejas en el pádel. Una estructura de juego basada en una pareja, con la complejidad psicológica que esto acarrea, unos entrenadores que en ocasiones no pueden ser fieles a sus valores y fundamentos a riesgo de ser sustituidos, y una organización competitiva que prima la individualidad y el cortoplacismo. Un cóctel perfecto para que estos intentos de proyectos de pareja de jugadores exploten cada cierto tiempo.
Las marcas y los bailes de parejas.
Hemos hablado de los jugadores, de los entrenadores y de la organización. Nos falta el cuarto actor, el que paga la fiesta. Las marcas. Son los que permiten que el gran circo World Padel Tour pueda girar cada dos semanas en veinte ciudades durante casi diez meses cada año.
¿Alguien se ha preguntado si para una marca, aquellos que asumen el riesgo económico al fin y al cabo, son beneficiosos los bailes de parejas? Mi opinión es que en general y a largo plazo no es beneficioso, ¿por qué? Pues debido a que el objetivo de la marca es vincularse con una serie de valores positivos que se transmitan y queden fijados en la memoria de sus actuales y potenciales clientes.
Por sí, el deporte históricamente ha sido uno de los instrumentos preferidos por las marcas para transmisión de valores debido a que el propio deporte ya cuenta con unos valores intrínsecos bien vistos por la sociedad: esfuerzo, competitividad, compañerismo, espíritu de superación, gloria, etc… convirtiendo a los ganadores en auténticos héroes seguidos por ingentes cantidades de fans, erigiéndose en perfectos embajadores de las marcas y prescriptores de sus productos. En este contexto, el Director de Márketing de una gran compañía a nivel mundial que tiene la posibilidad de representar a una pareja de pádel en el TOP 8, lo primero que hará será analizar si los valores de dicha pareja se asocian con los valores de su marca. Os hago una pregunta como lectores, si fueses ese Director de Márketing de una gran marca, ¿invertirías 300.000 € al año en una pareja conformada por dos jugadores que en los últimos tres años han formado seis parejas diferentes?
En este caso me he centrado en aquellos patrocinios que generan una mayor cuantía y que considero que son los que arrastrarán al pádel al siguiente nivel de profesionalización. Es cierto que existen otros patrocinios individuales como puedan ser una pala o las zapatillas que utiliza un jugador. Estas cantidades no son tan cuantiosas y no se ven tan condicionadas por los bailes de parejas.
Actualmente las marcas que se acercan a este deporte lo hacen por dos motivos. El primero porque la propia marca proviene del mundo del pádel y es ahí donde tiene a sus potenciales clientes. Marcas de palas, de zapatillas y de ropa son las más comunes. El segundo motivo suele ser por la pasión como aficionado del pádel, normalmente por parte del dueño o CEO de la empresa patrocinadora. En este caso puede más un interés personal por acercarse a los astros de este deporte que razones puramente de negocio, salvando contadas excepciones.
¿Cuándo sabremos que el deporte está empezando a madurar y a ser atractivo para las marcas? Cuando entren grandes patrocinadores no vinculados directamente con el mundo del pádel y cuyo objetivo sea asociar su marca con los valores que transmite el pádel recibiendo a cambio un retorno de la inversión.
¿Qué podemos hacer para mejorar la situación actual?
Después de haber analizado la situación actual, este artículo quedaría incompleto sin proponer una serie de acciones que, al menos, atenúen tanto baile de parejas. Estas son las tres medidas en las que yo centraría los esfuerzos.
Encontrar el pegamento de la pareja.
El secreto para que una pareja sea duradera y pueda lograr los objetivos marcados a largo plazo pasa por tener un motivo, una razón, como un pegamento que impida que la pareja se rompa en los momentos difíciles. En aquellos momentos de la temporada en la que todo va bien cualquiera es capaz de seguir creyendo en el trabajo y en su compañero pero, cuando las cosas se tuercen, ahí hay que disponer de un motivo superior que permita que la pareja continúe cohesionada y supere el bache. Ejemplos de este motivo de unión duradera entre parejas tenemos en algunas de ellas. Desde motivos emocionales, hermanas Alayeto, Patty y Eli o Carol y Ceci, hasta motivos económico / deportivos, Juan Martín y Bela.
Para profundizar sobre este tema os recomiendo el Capítulo 6 del libro Sentido Común de Nito Brea, Armado de la pareja y jugar en equipo, donde Nito nos ofrece una clase magistral sobre cómo elegir y formar una pareja con garantías de éxito.
La figura del manager.
En el área del entrenador hay que buscar fórmulas y estructuras de organización de equipos que permitan generar un proyecto a largo plazo en el que los baches estén previstos y asumidos en la confección y evolución de las parejas. Aquí me atrevo a plantear una solución que llevo unos cuantos años pensando y tratando de poner en práctica. La figura de manager de una pareja. El manager es un experto que tiene como misión seleccionar los componentes de una pareja y generar toda una estructura de equipo técnico, mediático y de patrocinios deportivos que permita obtener los objetivos marcados y sostenibilidad económica a largo plazo. Es el encargado de crear duplas ganadoras a base de entender la cohesión en el juego, la complementariedad de caracteres, dar valor de marca y ayudar a recorrer el camino juntos como equipo. El jugador ya no es tan importante como el equipo.
En mi experiencia con los entrenadores World Padel Tour, destacaría a dos personas que, cada uno en medida de sus posibilidades, han implementado con éxito este método. El primero es Jorge Martínez que, aparte de la ya comentada pareja de las gemelas Alayeto, lo desarrolló con resultados excelentes con la pareja formada por Uri Botello y Javier Concepción con, nada más y nada menos que, cuatro temporadas juntos.
El segundo mánager que he conocido no es entrenador, de momento. Es jugador y consiguió ser número uno del pádel durante 16 años consecutivos. Sí, Fernando Belasteguín que, aparte de ser el mejor revés del mundo, es un gran ejemplo de manager. Entiende perfectamente que el pádel es un juego en equipo en el que la suma de los dos jugadores debe rendir al máximo de sus posibilidades en los partidos a costa de cualquier otra cosa, incluido el ego de sus integrantes. Además ha sabido crear no sólo su marca sino la marca junto con su compañero y, de esta manera, conseguir los mejores patrocinios en el mundo del pádel gracias a que sus proyectos siempre son meditados y disponen de todos los componentes a priori como para mantenerse en el tiempo y lograr los objetivos. Juan y Bela, doce años juntos, Bela y Lima, cuatro años juntos, Bela y Tapia, el tiempo nos dirá. Por cierto, si quieres una lección magistral de cómo trabajar las redes sociales, síguele.
Mientras la mayoría de los jugadores tras una ruptura, sacan la calculadora para ver qué opción es la que menos puntos restará en su casillero, Bela medita, analiza y vuelve a hacer una apuesta de futuro y, yendo a contracorriente decide bajar posiciones en el ranking con el fin de consolidar un nuevo proyecto a largo plazo con un joven y todavía no maduro Tapia. Pero el Bela manager sabe dónde se mete, tiene un plan, las marcas lo saben y le seguirán.
La propia estructura de la competición.
Quizás también sea momento para estudiar si es necesario cambiar parte de la estructura de la competición con el fin de que los puntos del ranking no inciten al cortoplacismo que estamos viviendo estos días.
Este año es el más sorprendente porque, no sólo se separan las parejas que no ha acabado cumpliendo sus objetivos deportivos sino que también se separan las parejas que lo han hecho llegando a lo más alto del ranking como las Martas o Lebrón y Paquito, algo muy difícil de explicar deportivamente hablando.
Abramos el debate.
Estas son las medidas sobre las que yo trabajaría y seguramente tú estés pensando en otras que también sean de interés para el pádel. El objetivo último de este artículo es abrir un debate donde participemos aficionados, jugadores, entrenadores, instituciones y marcas intercambiando opiniones de cara a la mejora y profesionalización del pádel. Te animo a que compartas el artículo y opines acerca de él, proponiendo alternativas si así lo consideras.
Edu Megías. – Consultor de Negocio. – CEO Padelstat y emr iConsulting.
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